El significado del amor

¿Qué es el amor?

Podemos sorprendernos al acudir a buscar online la definición de amor en el diccionario de la RAE. Las tres primeras acepciones que nos encontramos son las siguientes “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. “Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear”, “Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo”.

Pero ¿de dónde vienen estas ideas del amor? En Occidente, la importancia del amor se basa en la institución de la familia, a través del matrimonio como institución social básica. Suele situarse su origen en la Edad Media.

Somos seres sociales, nacemos y nos desarrollamos en una cultura y se nos transmiten los valores existentes en esa época histórica, en ese espacio, en ese entorno.

El amor, es uno de los constructos sociales que orientan nuestra vida cotidiana y nuestros objetivos, que van a construirse con creencias y valores de los que, en ocasiones, no seremos conscientes, pero que estarán siempre presentes.

La construcción del amor romántico, dificulta la percepción de ciertas conductas como abusivas y dominantes y dificulta el establecimiento de límites claros, elaborando justificaciones que se enmarcan en esta ideología.

Son muchos los mitos que se nos trasmiten acerca del amor. El amor se aprende, aprendemos a amar en nuestra familia, en nuestra sociedad, los medios de comunicación nos muestran lo que “es el amor”, y vemos como se elaboran discursos que asocian el ideal del amor en pareja al control, a la entrega, a la incondicionalidad y la vulnerabilidad emocional.

En la socialización femenina, el amor sigue jugando un papel primordial, siendo la experiencia que más nos define. Lograr y mantener el amor en pareja constituye uno de los objetivos vitales y para ello, en ocasiones, somos capaces de ceder parte de nuestra libertad, de nuestros derechos.

Uno de los mitos del amor romántico es el de los celos. Los celos son consideramos como uno de los requisitos del amor verdadero, si nuestra pareja no siente celos podemos llegar a dudar de la “veracidad” de su amor.

Los celos se basan en la idea de exclusividad, cualquier comportamiento puede ser entendido bajo el prisma subjetivo de “no soy lo más importante”. Con esta creencia errónea, podemos llegar a justificar todo tipo de comportamientos injustos y egoístas. Justificaremos conductas de control (del tiempo, las amistades, la economía, la ropa…)

Cuando el discurso oficial es el de la igualdad de derechos, seguimos encontrándonos con comportamientos cotidianos en los que estos derechos son vulnerados y no nos damos cuenta, ya que podemos encontrar justificaciones bajo el mito del amor romántico.

El umbral de tolerancia social con algunas conductas hace que estas se naturalicen y que se justifiquen salvo en niveles muy altos de abuso. Las conductas de dominación relacionadas con el abuso físico son las que están más claramente definidas mientras otras pasan desapercibidas. Por esta razón Luis Bonino, elaboró el concepto de micromachismos, para describir las “actitudes de dominación “suave”, o de “bajísima intensidad”… hábiles artes de dominio, de manipulación…”

ilustrador C.M. Alvert

Es necesario revisar el ideal de amor que hemos interiorizado y  visibilizar sus consecuencias en nuestras relaciones, delimitar claramente la diferencia entre control y cuidado y no justificar ninguna conducta en nombre del amor.

Confundimos el amor con enamoramiento, con dependencia, con deseo sexual, con posesión y un largo etcétera.

Cada persona tiene valor en sí misma, cada persona es única y completa, una totalidad. 

Sólo desde el convencimiento profundo de que todas las personas somos equivalentes y equipotentes podremos, desde la reflexión y el diálogo, establecer relaciones saludables.

Referencias Bibliográficas:

 

Artículo escrito por:

Fanny Sánchez Juan

Psicóloga especialista en Psicología Clínica, Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud, Infancia y Adolescencia, Género y Desarrollo.
Colegiada M-11119
 
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