Círculo de mujeres: encuentro de enero de 2017
«Este mundo no va a cambiara menos que estemos dispuestos/as a cambiar nosotros/as» (Rigoberta Menchú)
En nuestro encuentro de enero, tomamos la figura de Rigoberta Menchú para acercarnos a la labor de las mujeres en la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, de los derechos de las mujeres, de la infancia… es decir, de los derechos humanos.
Rigoberta Menchú, lider indígena guatemalteca, conoció desde muy pequeña la discriminación, las injusticias y la violencia. Estas vivencias la llevaron a participar en la denuncia de la injusticia y la reivindicación de los derechos.
Su libro autobiográfico «Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia» evidencia este proceso. Aunque con gran controversia sobre su biografía, su historia nos ayuda a visibilizar la discriminación que sufren gran parte de seres humanos por causa de su lugar de nacimiento, su etnia, su color de piel, su edad, su poder adquisitivo, su sexo, su orientación del deseo y cualquier otra categoría que pueda ser utilizada como excusa para desvalorizar, marginar o maltratar.
El día 10 de diciembre de 1948 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y desde 1950 cada 10 de diciembre se celebra el aniversario de esta declaración que a día de hoy sigue siendo sólo papel en todo el mundo para algunos colectivos humanos.
El artículo uno habla del deber de la fraternidad, concepto que según la definición de la RAE es «amistad entre hermanos/as o entre quienes se tratan como tales», suele ser utilizado como sinónimo de hermandad y por tanto de sororidad.
La fraternidad implica una revisión personal de nuestras creencias y actitudes, a menudo hablamos de injusticia cuando sentimos que nuestros derechos han sido vulnerados, y no solo nuestros derechos legales, también nuestro derechos asertivos. La fraternidad es reciprocidad, es equivalencia y equipotencia y si nos miramos con honestidad nos daremos cuenta de lo fácil que es caer en la discriminación. Sólo desde este reconocimiento, sin juicio, sin autocrítica desde la exigencia pero si desde la aceptación de que reproducimos sin darnos cuenta aquello que predomina en nuestras sociedades, podremos contribuir al cambio.
Es necesario participar en colectivos que promuevan esta toma de conciencia, es necesario movernos para cambiar el mundo y como bien dice Rigoberta Menchú, es imprescindible que cambiemos nosotras.