El ser humano se mueve entre la conciencia y la falta de ella. Habitualmente vivimos nuestra vida diaria llena de automatismo y tenemos que esforzarnos por estar en el presente y no dejarnos llevar por conductas, sentimientos o pensamientos que se apoderan de nuestra voluntad y nos dirigen sin que nos demos cuenta.
En situaciones como la que estamos viviendo estos días, puede haber dos tendencias extremas que son muy perjudiciales para nuestra propia salud y para la salud de nuestros seres queridos y de nuestra comunidad.
Una de estas tendencias es la negación, vivir como si nada pasara, vivir como si estuviera en una realidad virtual, protegida misteriosamente, o como si lo que pasara en el mundo no tuviera nada que ver conmigo. La negación es un mecanismo de defensa, nos protegemos ante el dolor, ante el impacto que tiene tomar conciencia de algunas realidades, ante la sensación que nos produce la
la incertidumbre y la conciencia de que la vida es un tesoro que nos olvidamos de cuidar. Y cuando esta conciencia nos sobreviene podemos encontrarnos con la otra tendencia: la angustia. Nuestro pensamiento puede ser repetitivo, convertirse en obsesivo y no parar de alertarnos sobre los peligros de vivir, podemos sumirnos en emociones que nos generan un gran malestar, que nos desestabilizan: inseguridad, miedo, desconfianza, ansiedad… angustia.
¿Qué podemos hacer para vivir con un principio de realidad, conscientes, pero sin que la angustia se apodere de nuestra existencia?
Podemos empezar por limitar el acceso a la información que nos llega, limitarla que no anularla (salvo que nos encontremos en situación de depresión o ansiedad extrema). Busquemos información fiable como máximo dos veces al día, a media mañana y a media tarde. Si la información que leo me preocupa y siento que puede desestabilizarme, preparo una meditación breve para antes y después, hago algo de ejercicio y muevo el cuerpo para liberar el cortisol y la adrenalina que mis glándulas suprarrenales hayan descargado y producir endorfinas que van a generar sensación de bienestar.
Comprendiendo que soy una persona tan humana como todas las demás, me informo de las maneras de autocuidado y prevención que puedo poner en práctica, esto me va a hacer sentir un poco más segura. Cuidarse es prevenir en todos los sentidos: biológico, psicológico y social.
Si tengo cerca personas que me desestabilizan será un buen momento para plantearme qué me aportan estas relaciones, hay relaciones que merece la pena cultivar, mantener, sanar y otras con las que lo mejor que podemos hacer es dejar que formen parte del pasado y/o ponerles límite.
Este es un buen momento para reconectar con lo que somos, volver a sentirnos, sentir el cuerpo y cuidarlo, escuchar esa música que tanto nos gusta, tener buenas conversaciones, ver películas que nos aporten momentos agradables, comedia a ser posible y evitemos los dramas, especialmente si no nos encontramos suficientemente bien.
Si notamos que los pensamientos no nos dejan, podemos poner en marcha diversos recursos: ejercicio, mindfulness, escribir lo que pensamos y buscar alternativas, respirar conscientes, profunda y lentamente.
La angustia también es un mecanismo de defensa, aparece cuando creemos que estamos en peligro. Pensemos en todas las cosas que podemos hacer para cuidarnos y una vez implementadas las recomendaciones de prevención y autocuidado, podremos sumergirnos en el juego, en la risa, en la percepción de lo que nos rodea, disfrutar de lo que nuestros sentidos nos ofrecen en cada momento, esto es estar en el presente.
Artículo escrito por:
Fanny Sánchez Juan: Psicóloga especialista en Psicología Clínica, Medicina Psicosomática y Psicología de la Salud, Infancia y Adolescencia, Género y Desarrollo.
Colegiada M-11119