«La dignidad es el respeto que una persona tiene de sí misma»
(Concepción Arenal)
Círculo de mujeres: encuentro del 22 de abril de 2017
¿Qué sucede cuando las costumbres, las creencias, las leyes escritas y/o no escritas no nos permiten ser quienes somos?, ¿Qué sucede si nuestros deseos, sueños y objetivos parecen inalcanzables porque la construcción social nos impide o dificulta nuestro desarrollo?
Concepción Arenal, escritora y activista nacida en El Ferrol en 1820 fue una mujer con voluntad y conciencia que tuvo que hacer frente a las limitaciones que la sociedad de su tiempo le imponía.
Sus deseos de aprendizaje y su voluntad dieron con una solución temporal: ocultar su verdadera identidad para poder acceder al conocimiento, sólo así pudo ir a la universidad y empezar sus estudios de derecho.
Disfrazada de hombre comenzó a asistir a clase pero pronto fue descubierta. Afortunadamente, con ciertos apoyos y muchas restricciones, pudo continuar sin ocultar su identidad pero sin posibilidad de socializarse con sus iguales, pues siendo mujer, no podía moverse libremente al carecer de los mismos derechos.
Y como suele suceder, el grupo, que actúa como un todo donde las conciencias quedan anuladas, mantiene y perpetúa las situaciones de discriminación y rechazo. Ninguna situación de exclusión puede darse sin personas que consienten, ya sea apoyando a quienes discriminan, ya sea mirando a otro lado, sin implicarse.
Admiro profundamente el valor y la voluntad de estas mujeres que contribuyeron con sus decisiones vitales a transformar la realidad que les tocó vivir y la nuestra. Me pregunto cuánto podríamos hacer con acciones cargadas de conciencia en nuestra vida diaria, con conciencia de nuestros automatismos y nuestros miedos.
El dolor por la temprana muerte de su padre, por problemas de salud tras varios encarcelamientos por sus ideas liberales, hizo que Concepción Arenal se cuestionase las condiciones de salud de las prisiones, la libertad de conciencia y las limitaciones de no pertenecer a la clase dominante.
No es posible el cambio sin el compromiso de miembros de todos los estratos de la sociedad, no es posible salir de la exclusión sin el apoyo real de personas que están en las zonas privilegiadas y pueden contribuir a promover la duda y el cuestionamiento de lo que se acepta sin más, sin otra razón que la costumbre, la indiferencia o el miedo a perder lo conocido.
Sin personas que consienten no sería posible el mantenimiento de la desigualdad. Cada día vemos titulares que nos hablan de grandes vulneraciones de derechos y quizá pensemos que no podemos hacer nada, que nos queda lejos, que nos viene grande, que ojalá otro mundo fuera posible… y seguimos con nuestros automatismos. Y cada día somos testigos de injusticias cotidianas, discriminaciones sutiles y quizá también pensemos que no es asunto nuestro, que no debemos implicarnos.
El desconocimiento y el miedo están detrás de muchas situaciones de exclusión, de discriminación.
“El conocimiento os hará libres” dijo Sócrates, libres de las cadenas invisibles de la fuerza de la costumbre, de los prejuicios y los estereotipos. El conocimiento de nuestras capacidades y nuestras dificultades y la aceptación de las normas sociales que se convierten en creencias que nos limitan y nos quitan dignidad.
Finalizo con la sabia frase que dio lugar a nuestro encuentro “La dignidad es el respeto que una persona tiene por sí misma”, y solo desde el respeto y la aceptación de lo que realmente somos podremos desarrollarnos y contribuir al desarrollo de nuestro entorno.