En la segunda década del siglo XXI, la educación sexual sigue siendo una de las asignaturas pendientes en la vida de muchas personas, que llegan a la adultez sin haber podido asumir de forma positiva su propia sexualidad y sin la comprensión necesaria de sus aspectos biológicos, psicológicos y sociales, con lo que se produce un detrimento de la propia autoestima.
Hay que entender la educación sexual como un aspecto más de la educación para la salud y la educación en valores. Somos seres sexuados desde el momento de la concepción y a lo largo de nuestras vidas pasamos por diferentes etapas en el desarrollo de nuestra sexualidad y de nuestras relaciones.
Tenemos que tomar conciencia de la importancia que tiene la educación afectivo sexual para la comprensión de nuestra identidad sexual, nuestra autoestima y nuestras relaciones y para poder transmitirla de forma correcta a nuestros hijos e hijas, tanto a lo largo de la infancia como en la adolescencia.
Educar en valores significa promover la ética en las relaciones interpersonales, promocionar actitudes de respeto, igualdad y responsabilidad entre las personas y facilitar el desarrollo de habilidades para la comunicación.
La construcción de la vida social y afectiva durante la adolescencia está influida por factores sociales, culturales, familiares e individuales. La familia y el grupo de iguales son dos de los espacios sociales más relevantes.
Poco a poco, él y la adolescente desea ejercitar su autonomía y generar espacios de libertad fuera del vínculo afectivo familiar. Las amistades toman un papel protagonista y en ocasiones las dos esferas entran en oposición. La sexualidad será uno de los aspectos clave en el desarrollo de esta autonomía.
Una buena educación afectivo sexual debe incluir también la promoción de la salud sexual y reproductiva, ayudar a tomar conciencia de la importancia que tiene nuestro cuerpo, que es nuestra casa, y desarrollar una conciencia crítica que ayudará a poner en cuestión prejuicios, estereotipos sexuales y de género y creencias erróneas que limitan y entorpecen la posibilidad de asumir la propia sexualidad y el desarrollo de vínculos afectivos saludables.
La revisión del consumo, la dependencia, la materialización de las relaciones, la cosificación del otro ser humano… son parte de estos fenómenos de nuestro tiempo que precisan revisión.
CONTACTAR CON FANNY SANCHEZ AQUÍ.