El trauma
¿Qué es el trauma?
A menudo utilizamos esta palabra para referirnos a situaciones que nos generan dolor, que suponen un impacto emocional importante que sabemos nos va a costar superar.
La palabra trauma, de origen griego, significa “herida”, de modo que cuando hablamos de trauma psicológico estamos hablando de “herida en el alma”.
La RAE define trauma “como choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente” “emoción o impresión negativa, fuerte y duradera” “lesión duradera producida por un agente mecánico, generalmente externo”.
Si buscamos traumatismo nos encontramos con la siguiente definición “lesión de los órganos o los tejidos por acciones mecánicas externas”
Aplicando esta definición al trauma psicológico, podemos decir que es una lesión que se produce como resultado de un dolor emocional de gran intensidad que dificulta y/o distorsiona el funcionamiento mental y emocional.
Las heridas físicas se ven, son evidentes y cuando tenemos una herida tratamos de cuidarla para que se cure, la protegemos, porque sabemos que si cierran mal pueden infectarse y generar complicaciones, más dolor y se dificulta su curación.
Con las heridas emocionales sucede lo mismo, pueden complicarse si no las atendemos de forma adecuada, pero como no son tan evidentes, como no se ven a simple vista, tendemos a negarlas, a distraernos para no prestarles atención y entonces aparecen los síntomas y convertimos el dolor en sufrimiento. Podemos tener abiertas heridas muy antiguas, que han ido sumando.
Este dolor puede producirse por una quiebra en el sentimiento de seguridad básico, por la vivencia de una o varias situaciones que amenazan el bienestar o la vida o por la percepción de las mismas.
La pérdida de la seguridad hace que el mundo interno se tambalee, se pierde el equilibrio y ante la vivencia de inseguridad el estado de alerta se activa de forma permanente. Todos los niveles de funcionamiento se pueden ver afectados, en el área cognitiva, se desarrollan creencias condicionadas a la o las situaciones vividas que se acompañarán de las correspondientes emociones y su correlato fisiológico. Todas las creencias, conscientes o no, se relacionan con las emociones que permiten coordinar estas creencias con las conductas, para ello, nuestros procesos bioquímicos producen o dejan de producir determinadas sustancias que preparan nuestro cuerpo para las acciones.
La experiencia subjetiva es la que va a determinar si la situación vivida pasa de ser dolorosa a ser traumática. Son numerosas las situaciones que pueden ser susceptibles de trauma, desde desastres naturales hasta episodios de victimización. Después de haber vivido estas experiencias podemos sentir malestar físico, los dolores de cabeza, ansiedad, dificultades de concentración, confusión, irritabilidad, ira, pesadillas, insomnio, depresión, son, junto a muchos otros síntomas, señales de que hay heridas pendientes de sanar.
Textos de referencia y Lecturas recomendadas:
- Supera tu pasado. Francine Shapiro. Publicado por Kairos
- La enfermedad como camino. Thorwald Dethlefsen y Rüdiger Dahlke
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